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Ultratrail CCC 2008: 1.241 ganadores
Pero estoy en un pueblito italiano, Courmayeur. Rodeado por una masa de corremontes de 40 países, todos con dorsal y una mochila de ilusiones a la espalda. Sobre nosotros se yergue la cara sur del macizo del Mont blanc, toda agujas de granito y glaciares. Nos sobrevuela un helicóptero, filmándonos. Mucho público alrededor, que nos anima de continuo .
Llegar hasta aquí me ha costado casi un año. Desde el 9ene en que logré enrolarme tras una frenética vigilia online. Despues, las 7h33 del MAM (22jun) y las 17h21m del UTA (19jul) fueron dos referencias vitales. Estoy contento, con los deberes hechos.
Deseo estar aquí más que en ningún otro lugar sobre el planeta. La alcaldesa de Courmayeur nos anima, micro en mano, desde la tribuna. El de Chamonix no, porque está a mi lado, con su propio dorsal y mochila. ¡Bravo Eric!
Tambien salen conmigo dos compañeros catalanes: Sergio y Moisés. Apretados entre la muchedumbre, nos deseamos suerte por última vez, con un brillo especial en los ojos.
Tras La Marsellesa, suena el Fratelli D´Italia. Lo corean cientos de personas a mi alrededor. Bajo las gafas de sol, mis ojos están húmedos. Quizás recordaré estos momentos mientras viva. Madame Poletti, “jefa” de la carrera, nos confirma la meteo: “Le temps est trés bon a tout la course. ¡Courage!”. Dos mil gargantas gritamos juntas la cuenta atras: “Cinque, quattro, tre, due, uno, zero!!” Son las 11.00 de la mañana del 29 de Agosto, arrancamos.
Para encararla, tengo partida mentalmente la carrera en tres:
KM 1 al 40. De Courmayeur a La Fouly. Mañana y tarde italianas al solazo. Dos subidas alpinas a Teté Tronche y Col Ferret, rematadas por larga bajada de 10k a La Fouly, Suiza.
KM 40 al 70. De la Fouly a Trient. Del atardecer a la madrugada. Bajada tendida a Issert, para remontar a Champex. Luego, subidón a la Bovine, y caída final de 1000m a Trient
KM 70 AL 100. De Trient a Chamonix. La madrugá y el glorioso amanecer, si llego. Ultimos retos: Subidón a Catogne, trepada final a La Teté y el último gran bajonazo hasta Chamo.


Aquí se airea ya el camino y puedo echar a correr. Larga bajada suiza hasta la Fouly. Llego muy animado al control. Allí está Ana. Paro unos 20 minutos a beber y cambiar camiseta y calcetines, empapado tras el calor soportado. Me dice que voy entre los 500 primeros, sorpresa! Esta primera tirada he ido a 152 latidos de media, al bajar el calor iré más aliviado, seguro.
Al pasar Praz de Fort en el 48k, se acaba esta dulce bajada a cielo abierto, y toca mirar hacia arriba al espeso bosque que nos llevará hasta Champex. La noche va cayendo mientras subimos agrupados. Por fin, las primeras luces de frontales y cencerros animando nos avisan que estamos llegando al pueblo. ¡Vaya des-control! Tenemos hasta banda de música y majorettes, todo el pueblo está celebrando una gran fiesta con nosotros. El avituallamiento parece más bien una boda con comida caliente, bebida a discreción y hasta gorrones espontáneos ajenos al pueblo y a la carrera 🙂
De nuevo un abrazo con Ana, y agobiado por el calor de la carpa del control sigo pronto la ruta. Salir a la noche a 7ºC y quedarme helado es todo uno. En mitad de la nada paro a ponerme camiseta térmica y sigo camino bajando cómodas pistas para afrontar la subida más odiada de la carrera: La senda de raíces, piedras y arroyos que culmina en la Bovine. Ya es casi medianoche, y a 2000m de altura estamos muy cerca de 0ºC. Saludo a otro español, Miguel Angel Ivars con quien iré coincidiendo ya casi hasta meta. Gorro de abrigo y ràpido ràpido para abajo. Dura y larga bajada que culminamos por fin en Trient a las 00.27h.


Entro en el control de Vallorcine y me abrazo eufórico a Ana, lo voy a lograr. Sí, aun tengo una ultima pared que trepar por delante, la barbaridad final de la Teté a 2.130m. Pero sé lo que necesita y se lo voy a dar: Ritmo tranquilo, sostenido. Y una confianza a toda prueba en que paso a paso se hará el sendero. Un plátano, el penúltimo beso, y vámonos.
En el cuestón final vuelvo a encontrarme a Miquel Angel. Y tras coronar los 2130m, compartimos juntos el largo sube-baja hasta los 1900 m. del teleférico de la Flegere. Charlamos andando mientras el Mont Blanc amanece radiante ante nosotros. Las voluntarias de la Flegere nos reciben cantando y bailando desde lejos. Son las 6.41 de la mañana, y su entusiasmo nos saca una sonrisa de oreja a oreja tras tanto machaque.
Solo 7km de dura bajada por delante, ya se ve el pueblo al fondo del valle! Pero, una urgencia física inaplazable me aparte 10 minutos de la carrera, y pierdo a mi cuate. Intento alcanzarle volviendo a correr tras tanto tiempo, aunque a estas alturas cada zancada hace que me duelan a rabiar las plantas de los pies, hinchados tras tantas horas.
Aun hoy, cierro los ojos y me parece estar de nuevo dando vueltas en ese descenso de 1.100m en vertical. Al final, ha sido el tramo más agónico de la aventura.
Pero el asfalto del pueblo llega al fin y con el vuelve a aparecer abundante público. Son las 8 de la mañana y cientos de personas están en la calle aplaudiendo, y gritando “Vamos, Segggio” en perfecto francés. Es mi vuelta de honor a Chamonix hasta que por fin tras la pancarta veo de nuevo la sonrisa de Ana y puedo, por fin, abrazarme con ella tras 21h03m46s.
Merçi beaucop, Madame Poletti. Volveremos a estas tierras, claro que sí.